Johannes Kepler



Johannes Kepler

Astrónomo que estudió las observaciones del planeta Marte hechas por Tycho Brahe, llegando a deducir la forma de su órbita. Después de innumerables tanteos y de interminables cálculos realizados durante muchos años, llegó a deducir sus famosas tres leyes, que revolucionaron la astronomía. Sus contribuciones más importantes incluyen sus comentarios sobre el movimiento de Marte, un tratado sobre los cometas, otro sobre una nueva estrella (nova), un tercero sobre óptica, y sus famosas Tablas Rudolfinas, donde compila los resultados obtenidos a partir de las observaciones de Tycho Brahe y sus propias teorías.

Estudiando el problema del movimiento del planeta Marte, Kepler llegó a la conclusión de que su órbita debía ser algún tipo de óvalo, y de inmediato demostró que la más simple de las curvas en forma de óvalo, la elipse, satisfacía las observaciones del mejor modo posible siempre que se asumiese que el Sol estaba en uno de sus focos. También se dio cuenta de que el planeta se movía más rápido cuando estaba más cerca del Sol y más lento cuando estaba más alejado, de tal modo que la superficie descrita (barrida) por la línea recta que conecta al Sol con Marte es siempre proporcional al tiempo. De ese modo llegó a formular su segunda ley.

A semejanza de Copérnico, Kepler era un pitagórico por excelencia, el último gran adepto del matemático de Samos. La idea de que Dios, supremo geómetra, había creado el mundo conforme a una armonía geométrica preconcebida, le sirvió a Kepler como brújula en todas sus búsquedas teóricas sobre la estructura del universo. Por ello, en oposición a su maestro Tycho Braher, aceptó sin dudar la imagen copernicana del mundo, cuya majestuosa simplicidad le seducía. Publica su primer libro, el Mysterium cosmographicum. En él adopta el sistema heliocéntrico. La idea central que desarrolla es que entre las seis esferas de los planetas se pueden insertar los cinco poliedros regulares: el cubo, el tetraedro, el dodecaedro, el icosaedro y el octaedro. Tycho Brahe al leer su libro lo invita a trabajar en Praga. Kepler quiere recalcular las dimensiones de las órbitas para demostrar su modelo de los poliedros. Llega a Praga en octubre de 1600. Tycho muere un año más tarde, con lo cual hereda las observaciones planetarias del gran astrónomo danés y el puesto de matemático imperial en Praga.



Sin embargo, las dos leyes, publicadas en 1609 en la Astronomía Nova, no satisficieron a su descubridor, convencido de que debía existir una simple relación entre los tiempos de revolución y las distancias de los planetas. Con la voluntad y constancia que siempre deben primar en el espíritu de un científico investigador buscó esa ley que, en su opinión, debía garantizar la intrínseca armonía del universo. Adoptó un centenar de suposiciones y las rechazó después de interminables cálculos; continuó durante nueve años la ardua tarea, sin tablas logarítmicas, sin máquinas de calcular, sin otra ayuda que su incansable actitud que dominaba su condición de hombre de ciencia, hasta el día en que, obedeciendo a una súbita inspiración, formuló la hipótesis que se convertiría en su tercera ley, encadenando con una relación constante los cubos de los semiejes de las órbitas y los cuadrados de los tiempos que emplean los planetas para recorrerlas.
Este hallazgo, el mayor de Kepler, publicado en su obra Harmonice Mundi, en 1619, ocupa privilegiada categoría en la historia: con este descubrimiento, y por primera vez, el hombre logra establecer la ley matemática que rige el cielo. Para Kepler, el descubrimiento de la tercera ley fue el que más lo regocijó de entre los otros anteriores. Una muestra de lo anterior se encuentra, justamente, en el prólogo del libro que hemos señalado: "Hace 18 meses he visto el primer rayo de luz, hace tres meses he visto el alba, y por último hace pocos días el Sol, más radiante que nunca, se mostró sin velos ante mis ojos... mi libro será leído por la gente de hoy o por la posteridad".

Las tres leyes básicas que permitieron a Newton formular la ley de la gravitación universal, están lejos de ser los únicos aportes dados por Kepler a la ciencia. Este hombre extraordinario, voluntarioso científico y agudo investigador, también enriqueció la óptica con importantes investigaciones: encontró la ley fundamental de la fotometría, descubrió el fenómeno de la reflexión total, y creó la primera teoría moderna de la visión, explicando cómo los rayos que pasan por medios refringentes del ojo forman sobre la retina una minúscula imagen invertida.
El carácter esotérico de sus obras lo hizo ser poco conocido en su tiempo. Recién el siglo XIX vino a reparar la injusticia histórica cometida con Kepler. Francisco Arago, astrónomo francés, escribió: "La gloria de Kepler está escrita en los cielos y ningún progreso de la ciencia puede oscurecerla. Los planetas en la sempiterna sucesión de sus movimientos lo proclamarán siglo tras siglo."

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